Estrategia forrajera en el Chaco: una alternativa para el desarrollo sostenible y la adaptación al cambio climático
El Chaco tiene un ecosistema particular, en donde las temporadas se dividen principalmente en dos: la época de lluvia y la época de sequía. Durante la época de lluvia -el verano y la primavera-, el pasto brota y crece centímetros por día. Hay abundancia, los animales silvestres y de las fincas de producción tienen suficiente alimento y agua. Con el invierno cambia el panorama, el pasto deja de crecer, se estanca por falta de agua y por las bajas temperaturas. Es ahí donde empiezan las dificultades para los productores chaqueños.
El proyecto Green Chaco, liderado por el MADES e implementado por el PNUD con financiamiento del FMAM, apoya la producción sostenible de la carne y el aumento de su demanda, buscando un equilibrio entre producción y conservación. Con ese objetivo claro y para mejorar las condiciones de los pequeños y medianos productores del departamento de Boquerón, el proyecto impulsó una serie de capacitaciones y talleres prácticos para que 5 comunidades indígenas y 2 latinas desarrollen alternativas de conservación de forrajes en pequeña escala.
Las comunidades indígenas de San Agustín, Cristo Rey, La Laguna y María Auxiliadora de la localidad de Pedro P. Peña, Macharety, Ignapui y Tunocojai; y las comunidades latinas de Virgen del Rosario y Pirizal, trabajaron arduamente durante el 2020 y principios del 2021 para asegurarse de que sus animales puedan llegar al próximo verano en las mejores condiciones posibles.
“Me decía un señor: hace 40 años que estoy trabajando y hace 10 años que vino una sequía como esta y no aprendí, me dijo, no aprendí que hay que prepararse para el invierno. Y esa mentalidad de que la naturaleza es prodigiosa y generalmente nos salva de alguna manera, llega a costar bastante caro”, recuerda el Ing. Luvys Cañete, consultor técnico de campo, encargado de trabajar con comunidades del Chaco en una estrategia forrajera, que les permita afrontar los tiempos de sequía en el Chaco, posibilitando el cultivo y almacenamiento de alimento para los animales.
El primer paso fue ganar la confianza y transformar la incredulidad en entusiasmo, lo que se logró al evidenciar la efectividad de la estrategia con parcelas demostrativas en donde el pasto plantado crecía y se podían armar los primeros fardos. Lo siguiente fue escalar la estrategia al espacio en donde los animales pastan y, para concluir con el trabajo, dejar la capacidad instalada para implementar esta estrategia a lo largo del tiempo, e incluso ir mejorando las capacidades de producción; siempre con la mirada en hacerlo de manera sostenible, produciendo más y mejor, en menor extensión de territorio.
La tarea no fue sencilla. Tomasito Abraham, líder de la comunidad La Laguna de Pedro P. Peña expresa con claridad el desafío con el que se inició y se logró rebatir con el tiempo: “Al principio no creíamos que iba a funcionar, porque siempre vienen a enseñarnos cosas y después se van y no vuelven” recuerda., “Pero cuando vimos que venían y se quedaban con nosotros y hacían con nosotros las cosas, ahí le empezamos a creer”.
Pastura bajo monte
En la localidad de Pedro P. Peña, donde se encuentran 4 comunidades indígenas del pueblo guaraní, el foco de la estrategia estuvo puesto en hacer pastura bajo monte, iniciativa que empezó siendo liderada por las mujeres de la comunidad.
Con este tipo de pastura, se integra mejor la actividad ganadera con la conservación de los bosques, ya que el pasto crece bajo el monte y los animales pueden pastar y refugiarse del intenso sol del Chaco a su sombra. El siguiente paso es hacer rotación de pasturas y de ahí, no hay límites para el aumento de calidad de producción de esta comunidad.